La fotografía no sólo captura un momento, retiene una emoción, cuenta una historia.
Y para contarla como se merece, hay que saber detectar ese instante en el que la magia aparece.
La fotografía no sólo captura un momento, retiene una emoción, cuenta una historia.
Y para contarla como se merece, hay que saber detectar ese instante en el que la magia aparece.
La primera cámara que apareció en mi vida fue una Kodac, mi regalo de comunión. Desde los 9 años la llevaba a todas partes: al colegio, al parque, a los viajes y cómo no, a todos los cumpleaños de la familia y amigos.
Desde que lo recuerdo he llevado siempre una cámara pegada a mí, aunque no me di cuenta, hasta pasado mucho tiempo, de que la necesidad que tenia era la de capturar instantes que desprendían cierta energía, o al menos despertaban alguna emoción… a veces un paisaje, a mis amigos pletóricos de juventud, o pequeños detalles del día a día.
Sin darme cuenta, convertí la fotografía en la herramienta que me permitía guardar recuerdos y presentar como veía el mundo.
Y hace unos años sentí la necesidad de entender mejor el porqué aquello que ni siquiera consideraba una afición, me llenaba tanto. Y esa necesidad me llevó a Pablo Chacón, en su escuela Efe de Photo.
Comencé a entender que lo que para mí era algo cotidiano, en realidad escondía la necesidad de capturar esos instantes que despiertan algo en quien observa. Pablo me contagió su visión del mundo, o al menos me introdujo en él: de cómo la fotografía es una herramienta con la que contar una historía, con la que si consigues encontrar una pulsión que mueva tu instinto, puedes retratar instantes vitales del mundo y de los demás.
Después de practicar en exteriores, decidí adentrarme en el mundo de la fotografía de estudio, con iluminación artificial y formándome en la academia de Jon Hernandez. Todo un reto que me permitió aprender a controlar la luz y crear ambientes en los que literalmente, dibujar con luz la historia que personas que como tú, dejan en mis manos.
Poco a poco, me di cuenta de que al margen de las fotografías que realizo en cada trabajo, el momento que comparto con mis clientes no sólo es una sesión de estudio, si no que juntos creamos un recuerdo, un instante detrás de la cámara que queda grabado en todos como una experiencia muy especial.